miércoles, 12 de octubre de 2011

Un purgatorio en la ducha

Hay días buenos y días duros, los hay también muy duros.

Llegas a casa, a cualquier hora con ese momento en mente, entras y te miras al espejo, es posible que no te guste lo que ves (o que te encante).

Y ahí estás tú, desnudo y encerrado, el agua muy caliente (o muy fría) empieza a caerte encima con fuerza, te pone los pelos de punta. En un instante estás empapado, con la mirada perdida como en la escena final de una peli dramática, pero no es ningun drama, repasas en tu cabeza los momentos recientes probablemente (o de mucho tiempo atrás), habría gustado cambiarlos (o quizá repetirlos) pero si hay algo que te atormenta probablemente te ataque en este instante, aunque todo pasa y de repente: Una sonrisa bajo la lluvia artificial. Señal de que se te viene a la cabeza el recuerdo de algo que te hizo (o que te hace) feliz.

Sales y te secas, y cuando te vuelves a mirar, estás nuevo.

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